Durante los años 30 y 40, la
época dorada de Hollywood, se forjará un sistema de estudios que, gracias al
eficaz control global del mercado, constituye el origen de la posterior
hegemonía del cine norteamericano. El germen del sistema de estudios puede
considerarse en 1908, cuando diez importantes fabricantes de equipos
cinematográficos se unieron para formar la Motion Picture Patents Company
(MPPC), que se aprovechó de su poder de monopolio para imponer el pago de
tarifas a productores y exhibidores. Hasta entonces la industria había sido
relativamente flexible, en la que existían multitud de productores y cineastas
que competían entre sí. Con el fin de obtener sus propios ingresos adicionales,
en 1910 la MPPC compra su propia distribuidora, con lo que conseguía controlar
la industria. Pero el monopolio fracasó acusado de violar la legislación
monopolística.
En este momento de
crisis de la MPPC es cuando comienzan a surgir las grandes empresas
cinematográficas. Ya en la primera década del siglo XX se fueron fundando las
más importantes empresas de cine estadounidenses como la Universal Pictures, la
Fox Film Corporation (después conocida como la 20th Century Fox), la United
Artists, la Warner Bros., la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), la Columbia, la
Paramount y la RKO, que sufrirán importantes transformaciones en su estructura
de gestión al fusionarse con otras empresas dedicadas a la exhibición y a la
distribución. La consolidación de estos núcleos empresariales permitió que los
años 30 se convirtieran en la época dorada de los grandes estudios.
Durante este
periodo, la industria cinematográfica norteamericana dominó el panorama mundial
gracias a las grandes cantidades de dinero que eran invertidas en cine. Ocho
sociedades fueron las conformadas para canalizar estos beneficios individual y
colectivamente. Competían entre ellas para procurarse el mayor número de
espectadores posible, constituyéndose en una especie de oligopolio que impidió
férreamente la entrada de cualquier competidor que intentará luchar por un
pedazo de su mercado. Este oligárquico sistema de estudios aportaría el
carácter definitivo del cine hollywoodiense.
El potencial de los
estudios de Hollywood radicaba en la integración vertical de todo el proceso de
creación de una película. La industria cinematográfica estadounidense logró
desarrollar un complicado sistema para controlar la producción, la distribución
y la exhibición de las películas, es decir que su trabajo empezaba en la
grabación del filme y terminaba cuando éste era mostrado a los espectadores.
Era, por tanto, un sistema que garantizaba enormes beneficios para estas pocas
sociedades que eran partícipes del negocio.
Aunque el término
que se ha popularizado para designar a estas compañías es el de “estudios”,
según el autor Douglas Gomery resulta más apropiado denominarlos “sociedades
cinematográficas”, pues el papel del estudio dentro de la compañía representaba
únicamente una parte de las actividades de la misma.
Paramount Pictures,
Loew´s Inc. (sociedad matriz de Metro Goldwyn-Mayer), 20th Centtury-Fox, Warner
BROS. Y Radio-Keith-Orpheum (RKO), las denominadas majors, integraban la
producción distribución y exhibición de las películas. Eran los estudios más
poderosos desde el punto de vista de los recursos tecnológicos y humanos, y el
trasvase entre ellos de actores, directores y técnicos fue constante, según
intereses afines. Universal y Columbia se concentraron en la producción y la
distribución y United Artists, distribuía películas de productores
independientes. Eran the little three o los tres estudios pequeños,
que en un principio no tenían salas propias, aunque, durante algún tiempo,
United Artists y Universal se asociaron con una pequeña cadena de salas. Las
cinco grandes compañías totalmente integradas (Paramount, Loew´s, Fox, Warner y
RKO) eran cuatro veces más grandes que los tres estudios pequeños.
A parte de los
grandes estudios, también hacían películas en los años 30 en Hollywood
productoras que podíamos considerar como un poco al margen del sistema de
estudios como la Walt Disney, los estudios de Poverty Road (especializados en
filmes de serie B), Monogram y Republic. Estas dos últimas poseían redes de
distribución a lo largo del país, pero no consiguieron abarcar un sector
importante del mercado.
En realidad, la
principal fuente de poder de los estudios de Hollywood no se la proporcionaba
la gran producción de películas, sino la extensa red de distribución que
poseían no sólo a lo largo de Estados Unidos, sino del mundo entero. Estas
redes les proporcionaban unas ventajas enormes en cuanto a la posibilidad de
abaratar los costes de distribución y exhibición, y de acceder directamente a
los beneficios dejados por los espectadores en la taquilla. El grueso de las
inversiones se realizaba en el área de exhibición. La producción no suponía más
que un 5% de los activos, mientras que la distribución únicamente suponía el 1%
de las inversiones. Durante los años 30 y 40 fue el sector de la exhibición de
películas el que más dinero acaparó, alrededor del 90%. Lo verdaderamente
costoso, y donde radicaba el potencial de competitividad de Hollywood era la
financiación de aquellas grandes cadenas de cines. Además, las cinco grandes
habían conseguido hacerse con las salas más rentables de todo el país. Entre
las cinco poseían tan solo el 16% (unas 2.600) del total de las salas, pero que
eran precisamente las que mejores ingresos aportaban.
La posesión de cines
era el motor que movía la industria. Cuantas más salas se disponía, más
películas era necesario producir. De esta manera se podían llegar a producir
desde películas mediocres, cuya única función era rellenar la cartelera, hasta
los grandes proyectos soñados por los más prestigiosos cineastas, no solo de
Estados Unidos, sino del mundo entero. Así, la industria hollywoodiense atrajo
a profesionales del cine de toda índole, puesto que necesitaban todo el
personal posible para producir esa enorme cantidad de películas.