No podemos olvidar que es en
Europa donde el cine nace, con la sesión de imágenes en movimiento que los
Lumiére dan en el Gran Café de París, en 1895. Además, el primer poderío económico
de la industria del cine estuvo en manos de la casa Pathé-Gaumont, quienes
comenzaron a vender cinematógrafos a los feriantes y a producir películas para
ser exhibidas. Los efectos de la Primera Guerra Mundial y el final del
monopolio de los productores Pathé-Gaumont acabaron con la hegemonía francesa.
Como ya hemos
resaltado, a un lado y al otro del Atlántico la manera de hacer cine comenzó a
distanciarse. En contraposición con la tendencia al espectáculo que desde un
principio mostró Hollywood, las vanguardias europeas (francesa, alemana y
soviética, principalmente) de los años 20 se caracterizaron por su
experimentación formal con el lenguaje cinematográfico, tratando de buscar la
especificidad de la recién inventada técnica capaz de captar y reproducir
imágenes en movimiento, y reivindicando para el cine el estatus de arte. Los
discursos cinematográficos surrealistas, expresionistas y de la vanguardia
soviética intentaron, además, buscar soluciones que, vistas hoy nos parecen un
poco utópicas, a los problemas sociales y culturales de la época. Sin embargo,
el estalinismo, el nazismo y la Segunda Guerra Mundial pronto acabarían con
esta tendencia experimentadora.
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